'Por la mañana temprano, llegó Federico, “El Flaco”, para cargar las bicicletas en su camioneta. Raúl y yo fuimos en auto a buscar a Juan Ignacio y directamente seguimos viaje por la ruta nueve, esperando ser alcanzados por los demás durante el camino. Los que venían en la camioneta del flaco eran, además de él, Juan y un amigo suyo, José; y sumarían al tío Carlos a la altura del desvío a San Pedro de Colalao, donde él vive, cerca de Trancas, casi en el límite con Salta.' (Pablo del Pozo)
'Luego de Yala, las curvas de la ruta nos iban enfrentando a la Quebrada de Humahuaca. El Río Grande como compañero, y el sol que ya se había adueñado del cielo. Al Este, una tímida luna creciente aparecía de a ratos por entre los cerros en el cielo cada vez más azul..' (Pablo del Pozo)
La Primera parada técnica se hizo en Tilcara, cerca del mediodia. El almuerzo fue en el Mercado. Empanadas, estofado y asado de cordero. Fué el primer encuentro entre los siete que veniamos separados en dos autos.
Seguimos viaje. Juan Vera vG, Carlos Vera, José Teves y Federico Enrico en su camioneta Toyota Hilux. Pablo del Pozo, Juan Komaid vG y Raul Vera vG en su Ford Ka.
Pisando las cuatro de la tarde pasamos por el Trópico de Capricornio y nos llevamos un recuerdo.
Lentamente las paredes de la quebrada se iban abriendo y el paisaje se tornaba cada vez más llano, los cerros cada vez más alejados. Una pampa se abría en la altura, preanunciando el nombre del pueblo en donde pararíamos. Una pampa árida de más de tres mil quinientos metros de altitud, una meseta conocida como Altiplano. La Puna. El aire es escaso. Caminar cuesta, imaginamos cómo será de costoso andar en bicicleta; sin embargo eso parece alentarnos más. Son casi las seis de la tarde en ese magnífico escenario y un viejo cartel de estación de ferrocarril nos anuncia que hemos llegado a Abra Pampa.
Abra Pampa es un pueblo muy pequeño, la vida allí es lenta y humilde. Un mercado, algunos negocios, una plaza, la capilla, la estación de un tren que ya no llegará más. Los colores de las casas y las calles son muy parecidos al del suelo de la zona. Muchas casas hechas de adobe y el polvo que todo lo pinta en tonos claros, ocres, terrosos. El hospedaje es pequeño. Las habitaciones en el Residencial Cesarito serán dobles para Carlitos y Juan, El Flaco y José, y la triple para lo que veníamos en el Ka. Algo de señal para los celulares. Nada de Internet ni Wi Fi, a pesar del cartel en la puerta que decía “wifive y yutub”.
Después de comprar las provisiones en el mercado local (24 litros de agua, sardinas, fiambres, turrones y pan) se dieron las charlas técnicas en el hostel antes de cenar y dormir.
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